domingo, 8 de enero de 2012

COSAS DE NIÑOS

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Praga, invierno incipiente de 1927

La nieve ha hecho estragos sobre la ciudad, y una vez que el temporal ha amainado decenas de niños corren alborotados pero sobre todo ilusionados a jugar en el parque viejo del centro, ahora de color blanco inmaculado.

El pequeño Janik tiene 7 años.  Tiene que apartar su flequillo acacerolado constantemente porque le tapa los ojos chispeantes mientras amasa una bola de nieve con las manos.  Es la primera vez que ve el parque tan cubierto, y se siente especialmente contento por ello.  Antes de terminar su “arma arrojadiza” recibe un frío impacto de hielo blanco a la altura de las orejas que le hace trastabillar hasta caer al suelo.
Cuando levanta la mirada buscando a su agresor se topa con la sonrisa de una niña de dulces rasgos y manos pequeñas y pizpiretas.  Le hace gracia el gorro orejero que le medio tapa la melena rubia.
Se acerca a ella dispuesto a reprenderla, pero cuando llega a su altura se siente extrañado.

- ¿Te conozco?
- Tal vez, me llamo Darina.

Janik hace un rápido repaso mental intentado ubicar a Darina en alguna situación vivida por él, pero no lo consigue.  Sin embargo él sabe que la conoce.
Darina se percata de la extrañeza de Janik y le confiesa:

- Tranquilo. A mi me pasa lo mismo.
- ¿Sueles venir al parque?
- A partir de ahora sí. – Sonríe entre pícara y avergonzada agachando los ojos. – Hasta mañana.

Darina se da la vuelta y se marcha corriendo despacio, y a los pocos segundos recibe el pertinaz bolazo de nieve de Janik.

- ¡Me llamo Janik! – Grita el pequeño.
- “Ya lo sé” – Afirma Darina en sus pensamientos.

Ese día volvieron a conocerse una vez más, como lo habían estado haciendo desde los albores terrenales.  Dos niños eternos condenados a ser compañeros de correrías, de juegos, de lágrimas de risa y de abrazos felices.

Jaipur, verano de 2007

Nadîm pedalea su recién estrenada bicicleta por el barrio, regalo de su séptimo cumpleaños, sintiendo como el viento aparta de su rostro sus acacerolados cabellos, haciendo que sus chispeantes ojos se humedezcan y brillen.
Al girar por una esquina, no puede evitar chocar con la figura que ha aparecido de repente.  Los dos caen al suelo.
Nadîm se levanta y se dirige corriendo a socorrer a la niña que acaba de atropellar, pero la encuentra sonriendo, apenas magullada.
Le llaman la atención sus manos pequeñas.
La mira a los ojos y algo en su interior le hace preguntar:

- ¿Te conozco?

 

Esta historia es algo así como un reto, una historia cruzada con otra que escribe mi amiga Isabel Talleda, a quien dedico este post :)
Podéis ver la suya aquí:
http://quierolluviacontigo.blogspot.com/2012/01/tu-otra-vida-part-i.html

Juan Carlos Pascual

4 comentarios:

  1. :D :D :D :D :D :D :D queeee bonitooo :D ME HA ENCANTADO!! Has logrado que me imagine hasta el bolazo! jajajajaja :D

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  2. Después de leer tu relato he leído el de Isabel y os hago el mismo comentario ¿Donde hay que firmar para no dejar de ser niños?
    Saludos "fotosdeaquiydealla.wordpress.com"

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  3. Te acabo de descubrir en Kuchi.Fm, y he de decir que es un magnífico hallazgo
    Saludos cordiales

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  4. Igual que Ray!

    Hacía tiempo que no leía algo tan tierno, enhorabuena :)

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