Siguiendo el camino me salí de la vida. Me encontré perdido en mi propio conocimiento, mirando rutinas ilegibles y cielos de color vainilla con nubes encorbatadas.
Intenté gritar pero sólo podía latir, nadie más había allí entre aquella multitud.
Sé que estaba tumbado, en una estrambótica camilla vertical a la que intentaba asirme con la lengua. Al final caí varios metros hacia arriba, justo donde el horizonte se fundía con el sol, y me recogió un halcón de oscuras branquias que me transportó a su nido fabricado con palabras sumerias.
Pero aquel lugar no me gustaba y me lancé al mar a fin de poder respirar, pero no pude respirar, lo cual no fue inconveniente porque yo ya no era yo, y aquel descubrimiento hizo que desistiera de escribir esta historia.
Juan Carlos Pascual
Grande
ResponderEliminarQue bueno Juan Carlos!! tus historias son geniales.
ResponderEliminarAhora mismo estoy haciendo un repaso a todas las fotos que tienes colgadas :)
Un abrazo