martes, 20 de noviembre de 2012

EL ELEMENTO HUMANO O “RETRATO DE LO INVISIBLE”

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Era una pareja de longeva edad, aunque si he de ser sincero y a riesgo de que me tachéis de loco, diré que según hablaba con ellos me parecían cada vez más jóvenes.  Les llamé la atención cuando me vieron agachado y con la cámara a ras de suelo y empezaron a preguntarme sobre lo que estaba haciendo.  Ya lo sé, mi proceder no es del todo usual, me gusta demasiado el suelo.
La cosa es que entablé conversación con ellos.  Me contaron que el caserón en el que moraban era ya demasiado grande para ellos, y que muchas de las horas de cada día las pasaban en el jardín, disfrutando la naturaleza que habían creado. 
No recuerdo bien si fui yo quien les pidió que posaran o fueron ellos los que demanaron una fotografía, pero da igual, todos sabemos que ese era el paso lógico de los acontecimientos. 
Se cogieron de la mano sentados en su banco, miraron sonrientes a mi cámara y yo apreté el botón del obturador.  A priori me encantó el resultado, era una foto muy espontánea con un grado elevadísimo de complicidad.  Cruzamos unas frases más y nos despedimos deseándonos lo mejor.  Me sentía dichoso por haber compartido un momento como ese con personas que me doblan la edad pero tienen dentro de sí infinidad de similitudes conmigo.
LLegué a casa cansado después de todo el día caminando y fotografiando, pero con la satisfacción de haber hecho lo que me llena.
Al día siguiente descargué las fotos al ordenador y las revisé una a una. Y llegué donde quería.  Allí estaba asomando el caserón, allí estaban las miles de hojas que el otoño esculpe sobre la tierra, allí estaba el banco de los ancianos, y allí estaba su ausencia.  Y eso era todo.
Al instante se me erizó la piel de todo el cuerpo, pero cuando pude ser consciente de la magnitud de mi encuentro con esos dos seres excepcionales me sentí rebosante de dicha.
Gracias pareja feliz, vuestro retrato queda a salvo conmigo.

 

Juan Carlos Pascual

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